De una pieza rota a un nuevo acabado

¿Cómo algo caótico y desechado se puede convertir en innovación artesanal?

 

La cerámica es un material lleno de historia, tradición y belleza, pero también frágil y complejo. En sus distintas fases del proceso existen riesgos. Una de las fases más críticas es la primera cocción, conocida como bizcocho. En ella, el barro se somete a altas temperaturas que modifican de manera irreversible su estructura física y química, solidificando. Factores como errores técnicos, la calidad de la pasta, defectos en la pieza o simples accidentes pueden generar piezas quebradas, rajadas o con imperfecciones que las hacen inservibles para el artesano. Muchas de estas piezas son desechadas, aunque en algunos talleres se reutilizan como “chamota” la cual es la cerámica pulverizada que cumple la función como un aditivo para nuevas pastas. Sin embargo, no todos los ceramistas producen sus propias formulaciones de pastas y es un elemento no esencial, por lo que el desperdicio suele acumularse sin mayor propósito. Muchas veces, esos “errores” terminan olvidados en una esquina del taller o directamente en la basura.

Tras trabajar con cerámica durante un par de años y apasionada por los materiales, este problema despertó en mí la pregunta central para mi proyecto de graduación: ¿Es posible dar una segunda vida a ese desecho cerámico, generando un retorno físico o económico para los ceramistas?

Después de distintas lluvias de ideas y más investigación, encontré un camino: utilizar el material desechado pulverizado para la creación de esmaltes cerámicos. Esto debido a que en Guatemala es escasa y compleja la accesibilidad a los elementos adecuados para generar esmaltes y pastas cerámicas a pesar de ser parte fundamental de nuestra historia y cultura. Por otra parte, se esperaba generar acabados distintos a los que están en el mercado generando estos innovación no solo en procesos sino que en estilos. 

Por el carácter natural del proyecto, procedía una fase de experimentación. Luego de muchos intentos fallidos, pruebas que no salieron como esperaba y muchas pruebas de distintas formulaciones generé una paleta de distintos posibles acabados cerámicos que reciclan el desecho y que están inspirados en los paisajes  de Guatemala desde las playas hasta los volcanes. Esto se manifiesta en las texturas y colores naturales que tiene cada acabado. Cabe resaltar que en cada formulación se utiliza entre un 40% a un 20% del desecho cerámico lo que convierte el error y el desperdicio en materia prima para la creación.

 

 

Este proceso me dejó distintos aprendizajes pero entre ellos está que el diseño no siempre se trata de inventar desde cero, sino de mirar con otros ojos lo que ya tenemos. A veces, en los errores y en el desperdicio, se esconden las mayores oportunidades de crear. 

 

Majo Ramos

@majoramosg_

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