Bowl Tibetano
Trabajo con mi mente, concatenando ideas y buscando dentro de ellas soluciones. Para mí, las matemáticas son una exploración de las intuiciones más básicas, un intento de encontrar resultados utilizando la geometría y la imaginación.
Esto suena muy abstracto, pero en el día a día significa usar la mente y el cuerpo para ir a pláticas, redactar reportes y discutir ideas. Como otro músculo, la mente se cansa y se acalambra al trabajarla todos los días. Es por lo que últimamente he buscado el reposo y la recuperación en mi rutina.
Caminando por la ciudad encontré un bowl tibetano. Al comienzo me sentí muy escéptico de cualquier práctica de meditación o de relajación que pudiera hacer con él. Pero al instante de hacerlo resonar pude sentir mi mente vaciándose y el momento simplificándose a su mínima expresión. Fue en un día al azar, mientras con mi familia explorábamos una tienda tibetana por insistencia de Pietro.
He estado buscando esa sensación de simpleza, pero me ha costado volverla a encontrar. Entonces decidí comprar un “singing bowl”. Inicialmente compré el más brillante y sólido que encontré, pero su frecuencia me hacia sentir mareado. Estuve todo un día intentando relajarme mientras lo hacía sonar y finalmente sólo me sentí con nauseas. Tal vez mi escepticismo era lo correcto. Pero no, al caminar en el centro de Charlottesville volví a encontrar un puesto de artesanía tibetanas y me di cuenta de que algunos bowls tenían frecuencias que me irritaban y otros, frecuencias que me relajaban. Curiosamente, el bowl que más me relajaba estaba desgastado, su forma y color eran irregulares pero la frecuencia era perfecta.
Claramente no entiendo la lógica detrás de la meditación, el descanso, el reposo. Pero últimamente he encontrado que, así como hay una intuición por lo geométrico dentro de mí, hay una intuición sobre la armonía.


