Luz y Piedra: Trazando un Futuro para el Diseño en Guatemala
Cuando pienso en Luz y Piedra, lo que me impresiona no es solo la belleza de sus piezas, sino la claridad de su visión. Se siente como una ventana hacia cómo las generaciones más jóvenes en Guatemala están abordando el diseño con honestidad, curiosidad y una fuerte conexión con los materiales y la cultura que les dan forma.
Hay algo refrescante en la manera en que Luz y Piedra se presenta. No intenta imitar lo que ya existe en las grandes capitales del diseño. En cambio, toma lo que está profundamente arraigado en Guatemala —la piedra, la madera, las texturas, los colores y los oficios— y los enmarca de una manera que se siente tanto relevante para la conversación global como auténtica para una voz local. Ese equilibrio es raro, y es lo que hace que el proyecto destaque. También sugiere que Guatemala no necesita mirar hacia afuera en busca de validación, sino que puede crear un lenguaje de diseño seguro de sí mismo.


Para mí, esta perspectiva tiene una capa muy personal. Soy guatemalteco en parte por sangre, pero he vivido la mayor parte de mi vida en el extranjero. Mi conexión con el país ha sido a menudo a través de historias, lazos familiares y visitas ocasionales, más que por la vida cotidiana. Observar el trabajo de Luz y Piedra me permite conectar con Guatemala de una forma distinta. Me muestra lo que el país está llegando a ser a través de la mirada de una nueva generación, una que no teme experimentar, mezclar tradición con innovación y sentirse orgullosa de sus raíces al mismo tiempo que rompe límites. Me hace sentir más cerca de una cultura que siempre he llevado conmigo, pero que rara vez he experimentado en lo diario.
Lo que más admiro es el sentido de propósito detrás del proyecto. Analuz y Pietro no están creando únicamente objetos; están construyendo una narrativa sobre lo que significa diseñar desde Guatemala hoy. Esto queda claro no solo en su filosofía, sino también en su trabajo, como el patrón del mapa de Guatemala que aplicaron al proyecto Air y a los trajes de baño. Es un recordatorio visual de que su práctica está vinculada a un lugar, una cultura y una historia que desean compartir con el mundo. Al hacerlo, están trazando un futuro que va más allá de su propia obra.
Están mostrando a los diseñadores jóvenes que hay espacio para explorar, para aportar y para construir carreras que estén tanto enraizadas localmente como respetadas globalmente. Este tipo de liderazgo importa porque crea referentes y posibilidades para quienes pueden sentir que el mundo del diseño está demasiado lejos o es inaccesible.

De muchas maneras, Luz y Piedra encarna el tipo de Guatemala que me gusta imaginar: una donde la creatividad no es una excepción sino una fuerza impulsora, donde la nueva generación no teme liderar con ideas y con cuidado por las historias que los materiales transmiten. Es un recordatorio de que el diseño no necesita desprenderse de su contexto para ser innovador. Al contrario, es la cercanía al lugar y a la cultura lo que hace que la innovación sea significativa.
Como alguien que siempre ha observado el país desde la distancia, me da orgullo y esperanza ver este camino trazado con tanta claridad. Luz y Piedra es más que una concept store. Es una señal y una promesa de que las voces creativas de Guatemala no solo están presentes, sino que también están dando forma al futuro del diseño de maneras profundamente reflexivas, enraizadas e inspiradoras.
Giulia Richter




