En Luz y Piedra, algunas de nuestras colecciones más queridas son posibles gracias al trabajo de artesanos. Personas expertas, que han perfeccionado sus técnicas con el tiempo y que aportan no solo manos, sino también historia, intuición y una comprensión íntima del material.
Desde hace más de cinco años colaboramos con una cooperativa de artesanos en El Remate, Petén. Allí, la madera no es solo materia prima: es legado. Utilizan maderas finas —densas, resistentes, de vetas complejas y colores únicos— que crecen en nuestros bosques. Con ellos hemos desarrollado una manera de trabajar juntos que no se parece a ningún manual. Es un lenguaje hecho de bocetos, fotos por WhatsApp, prueba y error, y sobre todo, de confianza mutua.
Muchas veces les comparto una idea dibujada a mano, una intuición. Ellos la interpretan, y casi siempre, desde el primer intento, captan la esencia de lo que busco. Yo también he ido aprendiendo de ellos: sobre especies locales, características de cada madera, sus usos y límites. Es un aprendizaje compartido, que ha dado forma a platos, espátulas, cucharas, tablas y hasta botones.
Nos esforzamos por respetar la naturaleza del material. No teñimos ni barnizamos. Simplemente lijamos y pulimos, para dejar que cada veta y color hablen por sí solos. Por eso cada pieza es única: no solo por su forma, sino por lo que la madera ya era antes de convertirse en objeto.
Con el tiempo, algunas especies se han vuelto protegidas debido a la tala ilegal. Como nuestros aliados forman parte de una cooperativa responsable, toda la madera que usamos cuenta con trazabilidad y certificaciones legales. Hemos aprendido a adaptarnos, a trabajar con nuevas maderas, a aprovechar retazos y crear productos en distintas escalas. Un botón puede nacer de un fragmento pequeño —pero aún así, con un gran impacto.
¿Por qué este modelo tiene un impacto global?
Porque rescata una técnica ancestral —la talla en madera— y la conecta con necesidades contemporáneas. Porque genera una economía local basada en colaboración, respeto y conocimiento. Y porque acerca a las personas a los saberes que han habitado este país mucho antes que nosotros.


En Luz y Piedra, creemos que el diseño no tiene que elegir entre lo bello y lo ético. Puede ser ambos. Y cuando nace de la sabiduría local, su impacto va mucho más allá del objeto: transforma relaciones, territorios y formas de ver el mundo.
— Analuz



